jueves, 22 de mayo de 2008

La insoportable levedad del ser

¡Eres un pesado! ¿Quién de entre nosotros no ha dicho o incluso escuchado en carne propia esta frase tan corta como hiriente?
Si, probablemente, todos nosotros. Pero ¿quién es un pesado? Si analizamos el contexto en el que se suelen producir este tipo de aseveraciones, rápidamente nos daremos cuenta de que siempre se utilizan con seres queridos o de nuestra confianza.
Siempre quieren ir al cine, o al teatro o al parque, y siempre cuando no es el momento. Del mismo modo, por una vez que lo pido y no me haces caso, es que pasas de mi, es que no me quieres… la cuestión es que cuando hay dos personas con intereses dispares, surge la “pesadez”
Pero, si fuésemos capaces de observar desde lejos la jugada, nos daríamos cuenta de que “pesado” es aquella persona cuyos intereses o deseos no coinciden con los nuestros en este momento. Dicho de otro modo, que el pesado quiere hacer algo en lo que nosotros no tenemos el más mínimo interés.
Y claro, en este tipo de roces, es normal que aparezca el famoso “y tu un egoísta”
Resulta que el que nos pide algo que no nos interesa-ese que es un pesado- nos tilda de egoísta por no someternos a su voluntad. Esto es realmente curioso. Alguien que pretende que nos pleguemos a sus deseos nos acusa de ser lo que es él si no nos doblegamos. Y claro, como no damos nuestro brazo a torcer, además debemos acusarlo de “pesado” para deshacernos cuanto antes de él.

De tal modo que es bastante difícil salir airoso de una situación “pesado-egoísta”: siempre estaremos en uno de los dos bandos, aunque no queramos.

No hay comentarios: