viernes, 26 de septiembre de 2008

Exterminio

Cuando se abalanzó sobre él, supo que con su muerte acabarían todos los suyos.

Desde que era pequeño siempre había prestado atención a todo cuanto le enseñaban sus mayores. Su padre, su madre, los hermanos de sus padres y también los padres de los suyos habían estado siempre pendientes de que aprendiera todo cuanto hacía falta para desenvolverse en la vida. Primero con los juguetes y posteriormente con las herramientas, podríamos decir que ya a sus 20 años era todo un experto, un artesano en todas las artes manuales.

Otra de sus aficiones era la caza. Su habilidad para orientarse con las estrellas lo hacía diferente de sus demás compañeros cinegéticos. Era especialmente brillante cuando buscaba las madrigueras de los grandes mamíferos y también sobresaliente a la hora de aprovecharse de las debilidades de sus presas. Conocía cada recodo, cada planta, cada piedra del coto de caza al que solían acudir cuando el tiempo no lo impedía.

Su amor por su familia era su auténtica pasión. Probablemente de forma prematura se enamoró de la chica más bella de su grupo. Pronto forjaron una relación que culminó con 2 preciosas criaturas, sobre las que estaban destinando todo su interés en transmitir todo el conocimiento adquirido. Para él, era una cuestión de familia que se conservaran las tradiciones que habían hecho que ellos y su gente fueran considerados líderes a lo largo de los años. Y con sus hijos no podía haber cambios.

Alto, fuerte, era el mejor corredor y un gran atleta. Capaz de lanzar jabalinas a más de 50 metros a mano, y a más de 500 utilizando el venablo; rápido como para cruzar un río de la talla del majestuoso Rin a nado en tan sólo 1 minuto.
Nadie se atrevía a retarle. Las pocas veces en las que alguien le había desafiado, éste había acabado revolcado por el fango, con menos dientes de los que tenía antes de la insensata lucha.

Si, podemos decir que él era el mejor, imbatible. Pero hoy no era el mejor de sus días. El terror recorría cada centímetro de su fornido torso. Sus dientes emitían la señal SOS con un morse de una claridad cristalina. Cada vez había menos huecos donde esconderse de aquella bestia. Y tenía que hacerlo. Debía conseguirlo si no quería que su destino fuese el mismo que el de su amada familia.
Desde su escondrijo divisaba la explanada donde de forma inhumana yacía los cuerpos inertes de todos sus congéneres. Pánico era sinónimo de su vida, reducida a la huida. Y sabía que tenía que continuar con vida. Pero la bestia era implacable. Finalmente, rastreó un hilo de sangre, sangre que se había hecho en un tobillo con el siempre fastidioso cardo.

Una vez encontrado, se abalanzó sobre su depredador haciendo acopio de sus últimas fuerzas. El primer combate, la huida, el pesar por la pérdida irreparable de sus seres más queridos, atenazaba su recia musculatura.
Pero aquella bestia no iba a detenerse ante nada ni nadie por conseguir su objetivo. Alzó su pétrea lanza, y con ojos inyectados en rabia e ira, la clavó con furia sobre el maltrecho cuerpo del pobre padre viudo de mujer e hijos. La bestia lo había logrado. Había acabado, de una vez y para siempre en toda la eternidad, con el último de los
HOMO NEANDERTHALENSIS.

Aquel macho de HOMO SAPIENS todavía se sentía orgulloso de haber acabado con aquel congénere, aquel representante de una especie tan diferente de la suya y al mismo tiempo con la que compartía más del 99% de su carga genética.

Cientos de miles de años después, otro grupo de bestias HOMO SAPIENS se han propuesto acabar con los demás grupos de HOMO que quedan. Ahora, el objetivo es PAN TROGLODYTES, el querido chimpancé, sin olvidar al resto de la familia HOMINOIDEA: gorilas, bonobos, orangutanes.

Esperemos que no suceda. Lamentablemente, el hombre tiene una memoria muy frágil para ciertas cosas.

3 comentarios:

David Azcona dijo...

Creo que en el siglo XXI no encaja demasiado esa descripción, muy a mi pesar...

Anónimo dijo...

Dicen que de memoria esta hecha la vida, que sin ella no seríamos capaces de volver a casa, de lucir nuestro erudito conocimiento, ya sabemos aquello de que somos tanto e igual a lo que recordamos, por lo cual cuando decimos que este o aquel bicho viviente , en este caso que el hombre esta falto de memoria, yo saco la mía a paseo, es decir a recordar que escaso esta para lo que quiere, como el exterminio del pan troglodytes o el gorila, hasta del bonobú ese de marras, escaso para recordar quién le enseño y ayudó en sus primeros pasos para emprender esta agitada y convulsiva vida, escaso para recordar quién le tendió la mano en su primer trabajo, quien le ayudó con aquel problema, escaso para memorar que hacer el bién y que las cosas van mucho mejor cuando se hacen sin fastidiar al projimo, escaso para darse cuenta que hay que ser files y leales a las palabras y vivir tal y como se predica es decir como se piensa pues en caso contrario algunos acaban pensando como viven es decir como dicen. En fin que estamos de acuerdo en esto de la memoria, pero no nos lamentemos, que el bicho en cuestión es así, algo falto de memoria, pero a pesar de ello es el mejor bicho que tenemos y sin duda podemos decir muy alto que él....¡coño! pues no se me ha olvidado lo que iba a decir.

Don Jacinto

Adrián Pina dijo...

Estimado David:
¿A qué descripción te refieres?
¿Qué es lo que no encaja en el siglo XXI?